El índice de confianza del consumidor de Lima Metropolitana se ubicó en 51 puntos en mayo, tres puntos por debajo del mes pasado. Con esto, la confianza regresó al nivel relativamente bajo observado desde que inició la desaceleración del empleo, a mediados del año pasado. Así, la mejora observada en abril parece haber sido puntual y no el inicio de una tendencia de recuperación en las condiciones para consumir de las familias (como el dinamismo del mercado laboral, el nivel de precios, el acceso al crédito, entre otros).
En mayo se observó una caída en casi todos los rubros del índice de confianza, a excepción del componente de precios (que no varió). La caída más importante se registró en la percepción de las familias sobre la facilidad para encontrar empleo, que pasó de 53 a 49 puntos. Esto sugiere que la ligera recuperación del empleo asalariado (que en marzo y abril creció casi 1%, luego de caer por varios meses), no ha sido suficiente para mejorar la percepción de las familias sobre este aspecto.
Además, la confianza se deterioró en las familias de todos los niveles socioeconómicos (NSE). La confianza de las familias de los NSE AB pasó de 57 a 54 puntos y la del NSE CDE cayó de 53 a 50 puntos. El deterioro en la percepción sobre la facilidad para encontrar empleo fue mayor en las familias de ingresos medios-bajos (NSE CDE). En este segmento, dicho indicador bajó de 51 a 46 puntos en mayo, el nivel más bajo de los últimos tres años. Esto puede ser explicado por el hecho de que el empleo en microempresas continuó cayendo en abril, a pesar de hacerlo a un ritmo menor que en meses previos.
Conclusiones. Cuando la confianza de los consumidores aumentó en abril, indicamos que si bien la mejora era positiva, por sí sola era insuficiente como para afirmar que esta marcaba el inicio de una tendencia de recuperación. El resultado de mayo confirma que las condiciones para consumir de las familias, de menores ingresos en particular, aún no mejoran. Parece que la recuperación en el mercado laboral tendrá que ser más sólida y generalizada para tener un impacto en la confianza de las familias y, consecuentemente, en sus niveles de consumo.