Un tema recurrente en el debate de políticas públicas en el Perú es el de tener “empresas estatales en sectores estratégicos, como el de hidrocarburos”. No queda claro por qué confiar al Estado –mal gestor– una actividad considerada estratégica. La experiencia en América Latina es ilustrativa: PDVSA y Pemex son un desastre; además, el ícono de quienes promueven estas ideas, Petrobras, sintetiza los riesgos de realizar estas apuestas. Más allá de su deficiente gestión, en esta empresa ha campeado la corrupción (pago de sobornos, lavado de dinero, sobrefacturación de contratos) y ha habido interferencia política en sus decisiones, por ejemplo, en la fijación de precios: debido a las presiones inflacionarias en Brasil, los precios de los combustibles (antes de la caída de la cotización del petróleo) no se ajustaron. Como consecuencia de lo anterior, la empresa vale la quinta parte de lo que valía en el 2008. Aquí, sin embargo, hay quienes persisten en la idea de repotenciar Petroperú.
Autor: Gianfranco Castagnola, Presidente Ejecutivo de APOYO Consultoría
Fuente: Perú 21