En 700 páginas, una de las profesoras estrella de Harvard Business School –Shoshana Zuboff– ha escrito uno de los libros de negocios más relevantes del 2019: The Age of Surveillance Capitalism. Si su primera línea de montaje convirtió a Ford en la empresa emblemática del capitalismo industrial, le correspondería a Google un rol comparable en esta nueva modalidad de capitalismo, más centrado en la extracción masiva que en la producción, y donde las personas –antes consideradas mano de obra o potenciales clientes– se vuelven principalmente materia prima para la elaboración de “productos de predicción”.
Generating User Information for Targeting Advertising es, desde hace tres lustros, una patente clave de Google. La observación sistemática y el registro de lo que cada individuo piensa, desea o prefiere, se transforma así en data para alimentar algoritmos autónomos.
El libro de Zuboff describe el celebrado surgimiento de esta nueva forma de capitalismo en el Silicon Valley de los años 80, así como su proyección más reciente, la cual, más allá de lo digital, viene registrando algunos elementos invasivos preocupantes, ya que posibilita la aplicación de programas de modificación del comportamiento humano hacia objetivos predeterminados ocultos.
Fue en 1971 que el sicólogo B. F. Skinner publicó Beyond Freedom and Dignity, tratado con el que llamó la atención por los riesgos de un futuro en el cual la modificación y la reorientación conductual permitirían alcanzar resultados predeterminados y donde una conformidad colectiva podría reemplazar a la libertad individual.
Google y Facebook son expresión evidente de la amplia disposición de los humanos por sacrificar su privacidad a cambio de la navegación y el acceso digital a información y contactos. Que por ello el comportamiento humano pueda finalmente ser modelado y controlado permitiría sustituir el ideal de una sociedad democrática y participativa por el de una con certeza algorítmica. El capitalismo de la vigilancia podría eliminar así la libertad de los mercados. El sistema de crédito social en China constituiría un buen ejemplo en tal sentido.
Hace 30 años, la profesora Zuboff publicó Work in the Age of the Smart Machine. Desde entonces, surgió la Internet, y su éxito permitió el desarrollo exponencial de este nuevo campo de negocios. La autora alerta sobre algunas amenazas que podrían ensombrecer el sueño digital utópico en el contexto de una sociedad crecientemente vigilada. Tal vez la acentuación de los fundamentalismos y el deterioro de la confianza social no constituyan sino correlatos de esta evolución.
El capitalismo democrático puede sufrir una peligrosa mutación hacia otro proyecto ético-político, que conlleve una forma disfrazada de gobernabilidad algorítmica. Para la autora, surgen temas sensibles de dignidad porque el sistema usa a las personas como conejillos de indias a ser medidos, investigados, analizados y hasta alterados inconscientemente en función de intereses de terceros. Es natural, de otro lado, que las empresas digitales líderes se resistan a cualquier regulación o transparencia argumentando la complejidad de su tecnología.
Ni anticapitalista ni contraria a los principios de mercado, Zuboff se pregunta qué interacción y ajustes podrá requerir esta traumática evolución que podría resultar muy tóxica en su expresión más cruda. De la lectura del sesudo libro es obvio que la revolución digital no solo viene modificando la lógica de la acumulación, sino también los parámetros de la colaboración, abriendo también nuevas formas de participación, lo que puede conducir a expresiones de resistencia y cambio político.