El mundo avanza hacia una inteligencia mecanizada. En el futuro, ello beneficiará a quienes sean eficaces operando con máquinas inteligentes. Las habilidades más valiosas serán aquellas que complementen bien la potencia creciente de las computadoras. En un artículo en el New York Times, David Brooks identifica algunas:
- El criterio. La capacidad para entender bien la potencia y los límites de las máquinas y programas. Esta cualidad requiere de una rara mezcla de humildad (la mayor parte del tiempo) y de autoconfianza (ocasional). Es la que muestra el conductor que usa el GPS en territorio extraño, pero que sabe anteponer su propio criterio en un territorio conocido.
- La síntesis. El mundo computadorizado rebalsa información. Quienes la sepan resumir bien tendrán una ventaja valiosa.
- La interpretación. Aquéllos capaces de convertirse en buenos interlocutores entre máquinas y personas. Falta todavía, por ejemplo, perfeccionar la humanización de los call centers o identificar bien cuándo resulta mejor el cajero automático y cuándo la atención personalizada.
- El ingenio conceptual. En las entrevistas para empleo en Google se hacen preguntas como: ¿Cuántas veces se sobreponen las manecillas del reloj en un día? Lo que se intenta medir es la habilidad para identificar maneras creativas de pensar ante problemas inesperados.
- La capacidad de motivar. En los cursos de las MOOC, se inscriben millones, pero son pocos los que terminan. Tal vez se deba a que las personas no se sienten motivadas a impresionar a una computadora como sí a un profesor de carne y hueso. En un contexto crecientemente dominado por máquinas, los gerentes que sepan motivar serán muy demandados.
- La ética. La inteligencia mecánica maximiza eficiencia, pero ocasionalmente subvaluará valores morales. Un gerente que no incorpore criterios éticos y que sólo mida la interacción humana por su efecto en el flujo de caja, afectaría la moral y el capital social.