La tecnología influye en la política. Los congresos europeos se beneficiaron del tren. Los discursos de Haya de la Torre en 1931 fueron sin micro. El presidente Franklin Roosevelt conversaba con el pueblo de EEUU todos los viernes por radio. John Kennedy le ganó a Richard Nixon un debate por TV que hubiera perdido por radio. Si se usan bien, Internet y las redes sociales pueden contribuir a la democracia y a la democratización.
La asociación Transparencia – que presido – presentó la semana pasada un decálogo de criterios a tomar en cuenta para el debate político en las redes:
1. El uso prioritario debe ser la conversación y el diálogo. Es importante el intercambio de ideas. Todo político y funcionario público debe estar dispuesto a escuchar lo que otros puedan decirle.
2. El espacio de las redes es público y permanente. Todo lo que se afirme puede finalmente ser registrado por todos y para siempre. No debe afirmarse lo que no se diría en una plaza pública. Lo que se afirma queda grabado en piedra.
3. El impacto de la propaganda resulta limitado. El diálogo requiere de mensajes y respuestas, algunas de carácter técnico.
4. Hay que cumplir los códigos de conducta de la política. Respetar el derecho al honor y a la intimidad de las personas.
5. Las redes permiten auscultar la opinión pública. Y hay crisis que surgen de no poder anticiparse a tendencias de opinión.
6. Es posible establecer reglas. Como en cualquier espacio público, se pueden fijar reglas de lenguaje, contenido u horarios.
7. Hay que separar lo público de lo personal. Es posible y conveniente conservar un espacio para lo privado.
8. Las redes deben contribuir con la democracia y no amenazarla. El empoderamiento permite crear corrientes de opinión e influir.
9. Internet puede ampliar el ‘ancho de banda’ de la democracia. Permite escuchar, incluir y rendir cuentas.
10. Todo es verificable. Por ello se requiere pensar antes de actuar y reconocer siempre los errores.