La semana pasada tuvo lugar en Davos la reunión anual del World Economic Forum. Una valiosa presentación la dio Jorge Soto, un joven y emprendedor ingeniero mexicano, propulsor de la innovación cívica.
Todo gobierno aspira a la estabilidad. Por ello es reacio a tomar riesgos e innovar. La innovación requiere experimentar, aprender de los errores, dedicar tiempo a probar ideas, y aceptar que sólo algunas funcionan. Es una tarea difícil, requiere focalización, apertura, disposición al riesgo y no poca suerte.
La tecnología avanza rápido pero la democracia está estancada. Internet constituye una caja de resonancia que amplifica la voz del pueblo. Si, a la vez, no se amplifica la capacidad del gobierno para escuchar, entonces el sector público estará crecientemente desconectado de los ciudadanos.
Soto cree necesario asumir una mentalidad de hacker respecto de las instituciones: entenderlas desde adentro, desmembrarlas y reformularlas para mejorarlas. El gobierno debe transformarse para volverse más emprendedor y centrado en los ciudadanos. Las instituciones públicas deben tomar ventaja del conocimiento y capacidad de innovación de los ciudadanos para resolver problemas.
Hace poco se estableció en México un programa de Agentes de Innovación orientado a cinco desafíos: a) la deserción escolar, b) la mortalidad materna, c) la prevención de la violencia, d) la realimentación para el diseño de mejores programas sociales y e) el acceso eficiente y transparente a financiamiento para emprendimientos sociales.
Se identificó a un innovador dentro del gobierno para cada caso y se le acopló con otro afuera. Debían proponer varias alternativas, las que deberían ser testeadas y validadas. Constituye una manera de democratizar la innovación y usarla para resolver problemas sociales. Soto recuerda que la innovación y la creatividad no sólo provienen de imaginar nuevas ideas sino también de disolver antiguos paradigmas.