Google firmó contratos la semana pasada con Audi, General Motors y Honda para la pronta fabricación de sus autos sin piloto. Amazon, que cuenta con 250 millones de usuarios, estará en pocos años usando drones en algunos lugares para sus entregas a domicilio.
La robótica no sólo está avanzando en carros y aviones. Paro es un robot-mascota japonés que en hospitales interactúa emocionalmente con niños y adultos mayores y contribuye así significativamente a su recuperación anímica. En Corea del Sur, los profesores de inglés en las escuelas iniciales son robots que nunca se cansan, siempre pronuncian todas las palabras bien y con quienes a los alumnos les encanta interactuar en el recreo. Hace unas semanas se presentó en EEUU un robot comercial diseñado para sustituir las labores del watchman.
La industria globalizada ha venido usando robots hace décadas. Lo que viene sucediendo ahora es una transformación como la que se dio en las computadoras con la aparición de la PC. Hasta hace poco, la mayoría de los robots eran de gran tamaño, elevado costo y con un funcionamiento centralizado. Según The Economist, la industria robótica vende US$30,000 millones anuales; 86% corresponde a robots de gran tamaño. Este sector crece 5% al año. La insurgencia de los robots pequeños, más flexibles, autónomos y de costo accesible a familias, se ha vuelto un nicho que crece a 25-30% anual.
Este crecimiento tan dinámico lo ha vuelto un sector preferido de los start ups.
Rethink Robotics de Boston acaba de lanzar a Baxter, un robot programable que cuesta US$22,000. La firma danesa Universal Robots tiene uno similar, ligeramente más caro, al cual se le puede enseñar tareas rutinarias en talleres y laboratorios. Y Roomba ayuda en la limpieza de los hogares. IRobot, su fabricante de Massachussets, ya vendió millones.
Por eso no debe sorprender que The World in 2014 vaticine la creciente proliferación de robots en la vida cotidiana como uno de los desarrollos más relevantes del año en curso.