Fundada en 1994 por Felipe McGregor S.J. y Luis Jaime Cisneros, entre otros, Transparencia aspira a una mejor democracia. Con una nueva Constitución que por entonces permitía la reelección presidencial, la observación electoral constituyó un asunto crítico. En las elecciones del 2000 y del 2001, la institución se hizo presente en las elecciones con miles de voluntarios, lo que aumentó su reconocimiento y aprobación en la población.
En sus primeros 20 años, Transparencia ha observado 7 procesos y capacitado a más de 2,000 personas en diversos temas políticos en todo el país. En ese lapso, la economía del Perú ha prosperado significativamente, pero su crisis política e institucional se ha acentuado a extremos críticos. Hace algunos meses, un informe de The Economist sobre el Perú llevaba de gorro: “el éxito económico no puede coexistir indefinidamente con la debilidad política”. Los resultados de las próximas elecciones regionales y locales sólo servirán para comprobar la lamentable fragilidad de los partidos políticos peruanos.
El expresidente del Ecuador Oswaldo Hurtado explica bien la importancia de los agentes políticos: “un sistema de partidos simple, no polarizado, institucionalizado y representativo facilita la toma de decisiones por parte de los gobiernos, congresos, gobernaciones y municipios, contribuye a mejorar la capacidad de negociación del gobierno, facilita la ejecución de su programa legislativo y la conformación de alianzas perdurables, permite que las políticas públicas se tornen predecibles, aleja el peligro de iniciativas irresponsables y torna confiable el futuro económico y político de la sociedad”.
Ninguna reforma es más importante en el Perú de hoy que la política. Para contribuir mejor a ella, Transparencia ha duplicado su membresía. Hoy su asamblea es un grupo plural dispuesto a aportar a la educación ciudadana, así como a identificar iniciativas que procuren una mejoría en la calidad de la actividad política en todo el país.