El premio Nobel Amartya Sen afirma en su libro, cuyo título es el de este artículo, que el desarrollo económico implica un conjunto de libertades ligadas entre sí: a) libertades políticas y transparencia en las relaciones entre las personas; b) libertad de oportunidades, incluido, por ejemplo, el acceso al crédito; y c) una protección económica de los estragos de la pobreza extrema. Para Sen, el desarrollo no debiera medirse sólo por el aumento en el ingreso, sino también por el acceso a diversos mecanismos superpuestos que permitan, progresivamente, el ejercicio de un rango creciente de libertades. Y opina que el libre mercado constituye un método esencial para lograr libertades.
En los últimos veinte años, el Perú ha logrado un importante crecimiento productivo, aunque su institucionalidad política se ha debilitado. Un inadecuado proceso de descentralización ha ocasionado una fragmentación confusa que puede afectar la estabilidad del sistema, así como su predictibilidad, eficacia y transparencia.
Cabe resaltar, sin embargo, que hoy el Perú es más libre que hace dos décadas y, por tanto, puede afirmarse, según Sen, que es más desarrollado. Según el Freedom House, institución plural que monitorea las libertades en todo el mundo, el Perú era “parcialmente libre” antes del 2000 (con una calificación de 4.5, donde 1 es la mejor y 7 la peor) y hoy es “libre” con una calificación de 2.5. Las libertades civiles han mejorado de 4 a 3 y los derechos políticos lo han hecho de 5 a 2.
En las libertades civiles (donde el puntaje es de 68%) nos va relativamente bien en la libertad de expresión y creencias (93%), pero menos bien en la libertad para asociarse y organizarse (67%) y en los derechos individuales (62%); y mal en el imperio de la ley (50%).
En los derechos políticos (donde el puntaje es de 75%) nos va relativamente bien en el sistema electoral (83%) y en la pluralidad en la participación (81%), pero mal en la calidad de funcionamiento del gobierno (58%).