En el 2013, las ventas de Amazon alcanzaron US$74,450 millones, 20% por encima que el año pasado. La rentabilidad fue casi nula; ¡apenas 00.37%! Un avance, porque en el 2012 la empresa registró pérdidas. En el 2008 se vendía US$19,170 millones con 3% de rentabilidad. Entre el 2008 y el 2013, la utilidad cayó a menos de la mitad con una cuadruplicación de las ventas. En cualquier año, Google gana más que lo ganado por Amazon en toda su historia; Apple, en cualquier trimestre. Pero, en el último lustro, el valor de la acción de Amazon se ha multiplicado por 4.
En Slate , Matthew Yglesias intenta descifrar el significado de estos números. En una de las cartas a los accionistas, Jeff Bezos afirma que la estrategia de Amazon es mantener a sus clientes “lo más felices posible”. Ello se logra no maximizando los ingresos ni la utilidad, sino la membresía. El programa Prime, que distribuye en dos días la mayoría de los productos ofrecidos, apenas cuesta US$79 al año. El Kindle se vende a costo. Sus contenidos son muy baratos.
El pasado junio, Amazon anunció el ofrecimiento de productos frescos en algunas ciudades de EEUU. Uno puede hacer el pedido en la mañana y la entrega se hace antes de la cena, o en la noche y se recibe la mañana siguiente. Con Amazon-Fresh, la empresa no pretende ganar en el corto plazo, sino sólo generar los recursos que permitan una expansión acelerada. En EEUU, el comercio digital sólo alcanza al 18% de las ventas de retail . Y si bien Amazon tiene presencia en Inglaterra y Alemania, no la tiene en China ni en Europa del Este ni en el Golfo Pérsico.
Así que, mientras los accionistas se lo permitan y no le exijan utilidades, Bezos y Amazon seguirán acumulando clientes sin ganar dinero, bajo la premisa de que cuando los mercados ajusten, bastará elevar un alguito todos los precios, eliminar los productos más pesados de la distribución Prime y atenuar sus planes de expansión geográfica. Nadie más recibe esa confianza de los mercados.