Contando con el expresidente de Harvard Larry Summers como asesor, Ben Nelson -ex-CEO de Snapfish- ha creado esta nueva universidad. Su primera promoción es de apenas 33 alumnos que provienen de 13 países y cinco continentes, escogidos entre 2,500 postulantes. Sólo uno de cada cinco es de EEUU y dos terceras partes son mujeres. Ellos vienen pasando su primer año en San Francisco en un local carente de aulas. Toda la enseñanza se imparte vía seminarios interactivos, los que utilizan un sistema de videoconferencia online de última generación.
A partir del próximo año, en grupos más pequeños, estudiarán en Buenos Aires, Berlín, Hong Kong, Londres, Mumbái y Nueva York; una ciudad por semestre. Aunque se perderán algunas diversiones típicas de la vida universitaria más tradicional, sus alumnos se beneficiarán de una singular experiencia vivencial en su carrera.
Es sin duda una universidad de élite, orientada a enseñar a pensar, a ser creativo, a saber comunicarse eficazmente y a liderar. Dará diplomas en cinco áreas: ciencias naturales, ciencias digitales, ciencias sociales, artes y humanidades, y negocios.
Nelson, cuya familia es de académicos, pretende no sólo crear un modelo universitario alternativo, sino uno capaz de competir con la mejor entre todas. Antes de trabajar en Silicon Valley, estudió en Pensilvania, donde, como líder estudiantil, planteó algunas de sus ideas sin que tuvieran mayor eco.
Cuando finalmente vendió Snapfish, resucitó la idea de crear un nuevo tipo de universidad, proyecto para el cual obtuvo US$25 millones de capital. Convenció a Stephen Kosslyn, el entonces decano de ciencias sociales de Harvard, para que fuera el decano fundador. El plantel de profesores contratados es todo de primer nivel.
Minerva cobra US$10,000 por semestre, la cuarta parte que Stanford o Harvard. Un tercio de sus alumnos recibe becas y préstamos. Aspira a crecer a unos pocos miles de alumnos.