En el HBR, Daniel Goleman escribió en 1998 -“¿Qué Hace a Un Líder?”- artículo en el cual introdujo el concepto de la inteligencia emocional. Acaba de presentar, en la misma revista, “El Líder Focalizado”. En el mismo, afirma lo clave que resulta, para el buen liderazgo, el esfuerzo de dirigir la atención del grupo a lo esencial, de cultivar una firme conciencia de lo que realmente importa en cada momento. Focalizar suele definirse como la capacidad de evitar o filtrar distracciones. Goleman plantea algo más amplio, una focalización triple: En uno mismo y en los demás del grupo, para ampliar el alcance de la inteligencia emocional. Y en el contexto global, para poder plantear estrategias coherentes, desarrollar innovaciones productivas y gerenciar eficazmente.
Uno se siente a la deriva cuando no focaliza lo suficiente en uno mismo. No prestar atención a los demás lo vuelve a uno despistado respecto del quehacer del grupo. Y si descuida lo externo, un líder se vuelve un piloto a ciegas.
La ínsula es la parte del cerebro que procesa la introspección. Un grupo de investigadores británicos analizó a un conjunto de traders y descubrió que los más exitosos no resultaban ni los mejores analistas ni los que se guiaban por sus intuiciones solamente sino aquellos que sabían balancear el razonamiento con la introspección.
De otro lado, la autenticidad consiste en ser siempre uno mismo ante terceros. Ello implica atender a lo que otros piensan de uno. La palabra atender viene del latín y quiere decir “estirarse hacia”. Ello resulta clave, constituye la base de la empatía y de la capacidad para establecer relaciones sociales.
La focalización en el mundo externo proviene de una buena capacidad para hacerse las preguntas más adecuadas en cada ocasión. Goleman explica por qué muchas ideas originales surgen cuando uno está en la ducha o trotando. Muchas veces, la sobrecarga de información anula la capacidad para entender bien una realidad.