En su libro “Three Horizons: the patterning of hope”, Bill Sharpe propone un modelo muy abstracto para vislumbrar el futuro. Sugiere distinguir y precisar entre tres horizontes. Uno primero —H1— descriptivo de cómo podría evolucionar la actual situación si los agentes respectivos mantuvieran sus actuales patrones de comportamiento. Así, los sistemas H1 corresponderían a los usados para operar, aunque abiertos siempre a eventuales mejoras marginales, pero sin cambiar lo esencial de la manera en que las cosas se hacen cotidianamente. Los H1 suelen ser proyecciones frustrantes, porque lo más probable es que no respondan bien a las necesidades de hoy, ni que sean capaces para hacer frente a los previsibles desafíos futuros. Pero siempre es útil precisarlos bien.
De otro lado, hay el horizonte imaginable –al que Sharpe denomina H3— en el que se atendería adecuadamente las actuales carencias y los futuros desafíos. Cualquier H3 debe implicar necesariamente un cambio transformativo; es decir, H3 no resultaría una proyección natural del sistema H1. Ante cualquier disyuntiva, es obvio que habrá muchas visiones competitivas H3, incluso algunas ingenuas y poco realistas, pero también que puede ser conveniente reflexionar sobre ellas para imaginar un óptimo posible.
Luego, es necesario comprender cómo se llega de H1 a H3. El segundo horizonte –H2— corresponde a una zona de transición y transformación, donde se juega la dinámica del conjunto de innovaciones que pretendan superar las carencias, vicios y resistencias del H1, y anticipar las posibilidades potenciadoras del H3. Conviene siempre recordar que las nuevas maneras de hacer las cosas casi nunca nacen puras. Suelen emerger de una confusa y desordenada combinación de acciones deliberadas y adaptaciones oportunistas. Por ello, en cada momento y lugar, los actores de cualquier transformación deben evaluar la conveniencia de cada decisión relevante y aprovechar pragmáticamente las ideas y los recursos disponibles para ensayar nuevas maneras de hacer las cosas, siempre en un territorio que resulta ambiguo, donde lo tradicional y antiguo puede aún prevalecer, pero donde lo nuevo ya resulta posible. Cualquier transformación significativa constituye una tarea harto difícil de instrumentar. Resulta más común el fracaso que el éxito. Más fácil resulta mantener la ruta usual, aunque frustrante, del H1.
Este análisis teórico resulta más rico que la visión más determinista y lineal de cómo llegar a un futuro deseado a partir de un presente frustrante. Permite precisar y diagnosticar bien el primer horizonte —la proyección de lo conocido— e imaginar con audacia el segundo y tercer horizontes de la innovación y de la transformación hacia el futuro. Ayuda a identificar las diversas incertidumbres que todo proceso enfrenta, pero respondiendo ante ellas con una orientación proactiva. Y ofrece un marco que permite entender mejor las distintas propuestas y discrepancias que pudieran haber de otros que también se sienten con derecho a ser actores de ese futuro común.
Ante disyuntivas críticas, como la que el Perú enfrenta hoy, tanto para lograr una reconstrucción eficaz de los estragos generados por los diluvios del fenómeno de El Niño costero, como una adecuada renovación de la institucionalidad política para mejorar el manejo de la previsión en el futuro, los análisis como éste resultan muy ilustrativos de los inmensos desafíos por delante.